11.2. El proceso de reconocimiento

(11. Percepción y conocimiento)

Para poder visualizar dinámicamente el proceso de reconocimiento de recuerdos, hemos de introducir algunos conceptos relativos al funcionamiento del cerebro. Este puede ser comparado a un gigantesco edificio de oficinas, donde trabajan 50.000 millones de empleados (cantidad de células nerviosas -neuronas- que lo componen, equivalente aproximadamente a 10 veces la población mundial). Cada neurona mantiene numerosas conexiones tanto con sus vecinas como con grupos más alejados, lo cual equivale a que, en su "mesa de trabajo", cada uno de los "empleados" tenga una central telefónica que le permite comunicarse casi instantáneamente con los diferentes departamentos del edificio y con los sistemas de control del entorno (perceptores y efectores).

En esta inmensa construcción, un "piso" corresponde a la memoria de corto plazo (MCP). Aquí, gran parte de las operaciones ocurren debajo del nivel de la conciencia. Esta área es comparable a una sala de estado-mayor, donde existe una gran pizarra, en que se van colocando las informaciones (Ver Ilustración). Esta pizarra se divide en 6 secciones, por las que "viajarán" los perceptos hasta conformar imágenes reconocibles.

En un primer momento, los perceptos llegan al área de "recepción". Luego intervienen varias etapas de análisis en que se componen las imágenes, hasta que, finalmente, las imágenes reconocidas pasen a una séptima zona, que es el área consciente de la MCP.

Los perceptos, que se "inscriben" en la Sección nº1, son analizados de acuerdo con sus características y, a medida que son reconocidas algunas de éstas, son transferidos a la Sección nº2. Aquí es donde actúan neuronas especializadas en "reconocer" datos especiales como frecuencias espaciales, contornos, movimientos o colores (en el caso de la vista), frecuencias sonoras, aparición y desaparición de señales o cambios de timbre (en el caso de la audición). En otras palabras, son activadas por perceptos de ciertas características (de la Sección 1 del pizarrón), en cuyo caso transmiten la información a la Sección nº2. Aquí también se estudia la presencia de ciertos grupos de características, (por ejemplo apreciando la conexión y despreciando la posición). Llamaremos aquí "patrones generales de forma" a estos grupos. Si aparecen patrones conocidos, se transfieren estos a la Sección nº3.

En esta sección, se agrupan los patrones, formando conjuntos. Nuevos actores recogen ahora estos conjuntos y los colocan en la Sección nº4, a medida que constituyen un indicio útil para iniciar la búsqueda en la memoria de largo plazo (donde están archivados nuestros recuerdos). Ejemplos de patrones son los que corresponden a las letras, cifras y signos de puntuación del lenguaje verbal escrito. Aquí el tamaño de un signo y su posición no influyen en su reconocimiento primario ("a" es "a", cualesquiera sean su tamaño y lugar en una hoja de papel). También forman patrones las figuras geométricas, así como la forma general de una cara, el perfil de un cuerpo humano, de un animal o de un vehículo, o sea, "iconemas" del tipo de los pictogramas, del mayor grado de generalidad posible para evocar clases de objetos.

A partir de la Sección nº4 entramos en una área más general llamada de cognición. Todo lo que conocemos, en efecto, se representa de algún modo por una forma, compuesta por una serie de patrones formales (sean imágenes de palabras dichas o escritas, representaciones icónicas u otras, o modelos de comportamiento), y es aquí donde se verificará si la forma que aparece es conocida o no. En esta área se conserva la mayor cantidad posible de datos, es decir todo lo que la MCP es capaz de recibir, de tal modo que habrá siempre algunos antecedentes útiles para orientar la búsqueda e interpretar la serie de patrones que viene entrando. Así, mientras en la Sección 4 se mantendrá una serie "bajo investigación", en la Sección 5 estará la información contextual ya reconocida y en la Sección 6 se formará una anticipación de lo que podría ser percibido a continuación.

Gracias a esta división y a la enorme capacidad de trabajo, mientras una forma esté aún en construcción (Sección 4), el sistema ya busca, de acuerdo con el contexto (Sección 5) y usando los patrones ya reconocidos, cuáles podrían ser los recuerdos asociables a dichos patrones, con lo que es posible aislar y transferir a la Sección 6 elementos complementarios de la forma ya percibida (p.ej. cuál es la terminación de una palabra de que sólo han "llegado" los primeros sonidos, o qué objeto es lógico que aparezca en un panorama visto por los ojos). Esta es la "consulta a la memoria de largo plazo", que permite una reducción inmediata de alternativas a medida que se completa la recepción de patrones, y un reconocimiento más rápido tanto de la forma misma como de su significado, si es conocida. De ahí pasará a las Secciones 5 y 7 (Contexto y Area consciente, la cual coincide en parte con el Contexto).

Aunque sólo hemos definido como consciente el Area nº7, es importante tener en cuenta que es posible tomar conciencia de la operación en áreas anteriores. Esto ocurre habitualmente en dos tipos de casos: cuando las formas percibidas no son reconocidas en el nivel de conjuntos complejos (Sección 4), en cuyo caso se desciende progresivamente (Sección 3 y 2 si fuese necesario), para tratar de identificar los componentes formales menores; y durante el período de aprendizaje de las formas significativas necesarias para la comunicación semiótica (como aprender a leer y escribir determinado idioma), lo cual es en el fondo un caso particular de la situación anterior.

Se ha podido descubrir que el procesamiento de patrones y conjuntos de patrones (de distintos niveles de complejidad) es prácticamente simultáneo. Aparentemente, el cerebro analiza los estímulos con diferentes grados de "resolución" (o detalle): en la MCP (Sección 4) se irían "trazando bocetos" simultáneos con diversos grados de resolución (una forma general, como una foto desenfocada, y, aparte, otras formas con detalles más precisos). Así, es posible optar, sea por el mero reconocimiento de un tipo de objeto (o de su representación icónica), que supone el reconocimiento de uno o varios patrones ya memorizados, sea por el reconocimiento de la individualidad específica (cómo la identidad de una persona), lo cual requiere identificar un conjunto de rasgos precisos.

En el joven y el adulto, el "procesador" tiende a centrarse en las configuraciones más generales, dejando en un segundo plano los detalles, que se compararán posteriormente si fuese necesario6. Sólo en el caso de menores de 10 años el proceso es primordialmente analítico y sumativo (perciben y comparan preferentemente los detalles, no las configuraciones). Esto se hace particularmente evidente en el caso del reconocimiento de rostros (Cfr. BRUYER, R.: "El reconocimiento de los rostros", en Revista Mundo Científico nº83, Septiembre 1988, pp.880-890.).


RECONOCIMIENTO Y MANEJO DE LA MEMORIA DE LARGO PLAZO

Formada, al menos en parte, la imagen en la MCP, el cerebro intenta reconocerla consultando la Memoria de Largo Plazo y verificando si existe en ésta algún equivalente. En otras palabras, busca si existe algún recuerdo similar. Si existe, decimos que hubo reconocimiento a un nivel primario, en el sentido de que la imagen de los perceptos nuevos puede ser equiparada a un recuerdo, es decir, a una imagen que podemos re-vivir a partir de nuestra memoria. En tal caso, no es necesario agregarla al conjunto de datos, pero el hecho del reconocimiento "reavivó" el camino de acceso al dato, lo cual equivale a reforzar la memoria. (De ahí que olvidemos más rápidamente lo que menos utilizamos y recordemos mejor que "repasamos").

Si no existe, se olvidará (si no le prestamos atención) o bien se agregará a los recuerdos. La diferencia entre el olvido y la retención depende del grado de energía asociado a la imagen percibida. Para memorizar se gasta energía, la cual puede provenir de la misma percepción (Decimos que una experiencia "nos impresionó", por lo cual no la podemos olvidar) o bien de una decisión voluntaria que nos lleva a realizar un esfuerzo de retención (agregamos energía a nuestra percepción, con el fin de integrarla a nuestra memoria).

Lo más común es que nos encontremos con una mezcla de cosas conocidas (reconocidas) y de elementos nuevos. Así, se produce en forma casi permanente una integración activa de nuevos datos a la memoria, la cual depende siempre del proceso de comparación que ocurre en el área de cognición (entre la imagen y el recuerdo). Es a partir de las semejanzas y diferencias que el cerebro establece dónde y cómo memorizar: una nueva experiencia ingresa en función de sus relaciones con experiencias anteriores y, si tiene con ellas algunas diferencias, el análisis podrá conducir a la formación de una configuración de más alto nivel, el llamado "paquete organizador de memoria"(POM) o incluso a reestructurar la organización de sectores más amplios de la memoria. Esta es también la forma en que se van generando los conceptos, que son en cierto modo estructuras de clasificación ("super-patrones"), y es la máxima expresión de la inteligencia racional8. Este proceso de abstracción y reorganización de la información en la memoria, sobre la base de las nuevas percepciones, nunca se detiene: la memoria es dinámica y, como producto de la secuencia de experiencia de cada persona, varía estructuralmente de un sujeto a otro.

11.1. Percepción

11. Percepción y conocimiento
11.1. El proceso de percepción visual


INTRODUCCION

La representación icónica ha nacido exclusivamente porque el hombre dispone de órganos de percepción que le permiten captar la luz y de órganos que le permiten, a través de múltiples recursos técnicos, producir efectos que alteran la transmisión de la luz. Si queremos saber cómo logramos comunicarnos por la vista, resulta indispensable partir conociendo la forma en que trabajan los órganos visuales de percepción, ya que sólo si nos ceñimos a sus exigencias tendremos alguna oportunidad de producir un mensaje que otros puedan captar adecuadamente.

11.1.1. DETECCION Y TRANSMISION DE IMPULSOS

El ojo puede ser comparado a una cámara fotográfica que tenga una forma parecida a una pequeña esfera. Una lente, el cristalino, ocupa una apertura, la pupila, en esta esfera, por donde entra la luz.
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Al penetrar la luz en una cámara oscura por alguna rendija, se proyecta en la parte opuesta la forma de los objetos iluminados que se encuentran al exterior. En el caso del ojo, esta pared es la retina, compuesta de un alto número de elementos sensibles, los conos y bastoncillos, que transmiten la información al cerebro.


Para que la imagen se proyecte siempre con nítidez en la retina, el cristalino puede modificar su grosor. Este movimiento compensa la variación en la distancia de los objetos vistos.


Conos y bastoncillos, las células detectoras de la retina, son como espías ubicados frente a un bosque y que se dedican a buscar parpadeos de linternas cada uno en una zona muy limitada del bosque. Los bastoncillos son los expertos para el trabajo en la oscuridad o en condiciones de baja iluminación: no son sensibles al color, sino sólo a la intensidad de luz (del blanco al negro). Los conos son los detectores de color, que sólo funcionan en buenas condiciones de iluminación. Son de tres tipos, y cada uno reacciona a una determinada longitud de onda: azul, rojo y verde.

Los bastoncillos son los más numerosos (120 millones) y se encuentran esparcidos en forma casi pareja por toda la retina. Al contrario, los conos (6 millones) se encuentran en mayor concentración en la zona central de la retina que enfrenta el cristalino(fóvea y mácula), lo cual permite obtener una información mucho más detallada de lo que el ojo puede enfocar mejor (BEGBIE, H.: "El ojo y la visión", p.74.).


La disposición y las conexiones entre los conos y los bastoncillos es tal, que existe una particular sensibilidad para la detección de las líneas de contorno o bordes, especialmente detectables por los cambios de color o de iluminación. En la Ilustración se muestra cómo las células retinianas detectan una línea oscura sobre fondo blanco y el cambio de dirección de la misma (Ibidem, p.143). Más que las identidades, son por lo tanto los cambios en la percepción los que son aprehendidos y transmitidos al cerebro. Es a partir de éstos, como lo veremos en seguida, que empiezan a operar los procesos de identificación de las formas.


Si la imagen llegase sólo hasta la retina, no tomaríamos conciencia de ella. Felizmente, los datos ahí registrados son luego transmitidos a la corteza cerebral a través de los nervios ópticos. Cruzando todo el cerebro, son "proyectados" y analizados inicialmente en la corteza visual, que se encuentra en la zona occipital de la cabeza (Ver "mapa" anterior y vista del cerebro al lado), para posteriormente ser interpretados con el concurso de la memoria, repartida por toda el cerebro.


11.1.2. RECEPCION CEREBRAL DE LOS IMPULSOS

La primera operación en el área cortical de la visión consiste en comparar las impresiones que se forman en los dos ojos. El cerebro obliga a éstos a moverse para controlar la información (haciendo que la luz que entra a cada ojo "barra" distintas células detectoras).


Estos movimientos y la repetición correspondiente de la información ayudan a superar una grave limitación de las retinas: tienen la forma de plano curvo, parecida a la superficie interna de una esfera. Pero los objetos que vemos no son planos, sino que tienen volumen. El cerebro, gracias a los dos ojos (visión estereoscópica) y a sus movimientos, les restituye su valor de volumen. Para entender sintéticamente cómo lo hace, podemos comparar la información proveniente de cada ojo, como las coordenadas de los puntos más significativos del objeto en el espacio: comparando las variaciones angulares es posible determinar las distancias (principio de triangulación, utilizado también por los geómetros para sus mediciones) y abstraer algunas diferencias.


Además, los ojos no son nuestro único órgano de percepción y el análisis cerebral integra la información que procede de otros órganos como el tacto y la audición, que también contemplan medios para evaluar distancias. Así es como reconocemos un cubo a pesar de que el lado más alejado de nosotros es percibido como de menor tamaño: a nivel inconsciente se producen los cálculos correctores que nos permiten inferir que la parte trasera mide lo mismo que la parte delantera.


Los impulsos transmitidos por los nervios ópticos fluyen hacia el área cerebral de procesamiento, donde entran a la memoria de corto plazo (MCP) formando así los perceptos. Como lo veremos más adelante, no hay aquí una mera acumulación de los impulsos recibidos sino que se produce una tranformación globalizadora de los mismos, que ya implica cierta interpretación.


La duración de la retención en esta MCP es del orden de 6 segundos; la pérdida u olvido puede producirse por el paso del tiempo (±70% en 12 seg.) o por interferencia (entrada de nuevos impulsos). Es propia de la MCP la posibilidad de repetir su propio contenido con el fín de extender su alcance en el tiempo,pero esto también depende del grado de atenciónción prestado a los nuevos impulsos que siguen llegando de los órganos perceptores.


La capacidad de la MCP es de 5 a 9 "trozos" de información (o "7±2", como dice G.Miller en "El número mágico siete más o menos dos", en Norman, D.: "El procesamiento ...", pp.100-108.). Un "trozo" equivale a un conjunto significativo cuya complejidad máxima equivale a un número telefónico, una breve proposición verbal (± 7 palabras) o un icono pictórico realista (como una foto). Esto equivale a decir que la capacidad de la MCP corresponde al campo de percepción "inmediata", es decir a un conjunto significativo de estímulos que captamos en una breve unidad de tiempo.


Los perceptos no quedan limitados a una mera relación transitoria causa-efecto. Gracias a la autonomía y a la historicidad del sujeto, pueden ser manipulados de distintas maneras para dar origen al proceso de conceptualización. Este último se hace posible gracias a la existencia de una fase de consolidación del cambio interno, posterior a la percepción y anterior a la producción de la conducta expresiva, por la cual los perceptos se vuelven en cierta forma repetibles. Esta fase corresponde al establecimiento y uso de la memoria de largo plazo (MLP): los perceptos se transforman brevemente en "imagen" y luego, si se reúnen las condiciones requeridas para su conservación, en recuerdo.

El vídeo, con subtítulos en español, Eye vs. camera, de Michael Mauser, explica cómo funciona el ojo humano, el porqué de las ilusiones ópticas —«en realidad vemos con nuestro cerebro, no con los ojos»— y la diferencia respecto a cómo funciona una cámara.


Bibliografía

ARNHEIM, R.: "Arte y percepción visual", EUDEBA, Buenos Aires, 4a. ed.1971.

BEGBIE, H.: "El ojo y la visión", EUDEBA, Buenos Aires, 1972.

LINDSAY, P.& NORMAN, D.: "Introducción a la psicología cognitiva", Madrid, Tecnos, 2º ed. 1983.

NORMAN, D.: "El procesamiento de la información en el hombre", Buenos Aires, Paidos, 1973.

10. Retórica - Operaciones con incrustados

Las operaciones que hemos mostrado hasta ahora son las derivadas de las "clásicas" del lenguaje verbal y aplicadas a elementos yuxtapuestos de la matriz original de un ícono complejo. Pero es también posible efectuar operaciones sobre elementos incrustados, lo cual es un recurso exclusivo del lenguaje visual.

Así, es posible
- suprimir (hacer desaparecer) un elemento incrustado de uno de los iconemas (como dejar el jugo de naranja sin vaso ni botella, en nuestro modelo teórico)
- substituir un incrustante por un incrustado (o inversamente), como reemplazar el naranjo por una sola naranja en nuestra matriz teórica
- intercambiar un incrustado de un iconema con el de otro iconema

pero parece desconocido por los diseñadores ya que no hemos encontrado aplicaciones.

10. Retórica - D5: Antimetábola y antilogía

La operación siguiente corresponde al intercambio de pares asociados por falsa homología, lo cual se obtiene ampliando un elemento asociado chico o reduciendo un elemento asociado grande: puede ser como antimetábola (doble sentido) o antilogía (paradoja).

En el modelo teórico se invirtió el tamaño de pares de elementos de la matriz.



El ejemplo práctico real ilustró un artículo de diario (El Mercurio, 2004)

10. Retórica - D4: Anacoluto y quiasma

La operación siguiente corresponde al intercambio de elementos opuestos: es el anacoluto (formal) y el quiasma (semántico): se intercambia el contexto con una de sus partes o símbolos asociados a lo que representan.




En el modelo teórico puso una "no-consumidora" como portadora del jugo, quitándo éste a la "consumidora".



En el ejemplo práctico real, se ha intercambiado la oficina con el interior de una de las máquinas que ésta contiene (Dimacofi,2008)


10. Retórica - D3: Asindetón

La operación siguiente corresponde al intercambio de elementos diferentes: es el asindetón.


En el modelo teórico la usuaria ofrece el árbol en lugar del vaso de jugo (con intercambio de posición y tamaño de ambos).



En la práctica real, solo hemos encontrado esta forma parcial de realizarla, cortando parte del ícono en franjas y cambiando su posición (Hirmas,1979).

10. Retórica - D2: Endiadis y homología

En las operaciones de INTERCAMBIO pasamos al endiadis y la homología, en que se cambia el objeto por otro definido como "semejante" y que el usuario utiliza como si fuese el original.


En el modelo teórico se muestra un usuario utilizando una naranja para verter jugo en el vaso, mientras hay botellas en el árbol.



En el ejemplo real el paquete de margarina vegetal se colocó en lugar de la pequeña cantidad de la misma necesaria para rostisar (Biskin).